Tuesday, December 6, 2011

Cuestión de Piloto


¿Cómo comenzar una serie?
Los norteamericanos, maestros en affairs catódicos, inauguraron la tradición del capítulo inicial como la decisiva pieza de valoración.
A ese arranque se le ha denominado "piloto" desde los primeros tiempos de la televisión.


El piloto se confecciona de manera individual.
En primer lugar, la cadena le da el visto bueno a su guión para que pueda ser rodado.
Más tarde, en una especie de festival privado, los ejecutivos del canal verán todos los pilotos presentados y evaluarán cuáles son los adecuados para componer su parrilla televisiva.


Si un piloto es aprobado, puede hacerse serie y, así, comenzar a rodar sus siguientes episodios.
Ese tiempo, entre la realización del piloto y el rodaje del segundo capítulo, puede alargarse hasta un año.


Hay muchas series donde se evidencia ese salto.
Existen cosas cambiadas de lugar, hay personajes que desaparecen o, simplemente, el corte de pelo de sus protagonistas es diferente.


El imperativo creativo, la deserción de algún actor o las peticiones de la cadena pueden ser las causas fundamentales.
El piloto de "Weeds" se rodó casi un año antes de su segundo episodio; dos personajes desaparecieron en el interín.


"Malcolm In The Middle" presentó un episodio inicial mucho más transgresor que el resto de la serie. Sin duda, bajo las presiones de la FOX para que moderase el tono.


En el primer capítulo de "Six Feet Under", se introducen unos negrísimos anuncios de publicidad funeraria, que funcionan como signos de puntuación en la narración.
No los volvería a utilizar más, a raíz de un mero cambio de opinión entre sus creadores.


En la reciente "New Girl", Damon Wayans Jr. ha tenido que abandonar el reparto por estar contratado con "Happy Endings", serie que se presuponía cancelada y fue renovada inesperadamente.


En cualquier caso, el episodio piloto recoge las bases de la serie, fija su identidad y proyecta los rumbos principales que va a tomar en su deseado recorrido.
Es la lujosa carta de presentación, donde se aspira a agarrar al espectador por su exigente pescuezo.


Presenta a los personajes, los conflictos, las tramas de continuidad y, de manera significativa, el desencadenante.


¿Por qué empieza en ese momento y no en otro?
Así, en estos pilotos, hay un personaje que llega, que vuelve, que muere, que cambia de trabajo, que da un giro a su vida. Es lo que pone en marcha la serie.
En el suntuoso piloto de "Mujeres Desesperadas", el desencadenante es el suicidio de Mary-Alice, instante elegido para empezar a contar la vida cotidiana de sus vecinas.


En "Los Soprano", la serie comienza cuando Tony acude a la consulta de una psicóloga.
En "Friends", cuando Rachel huye de su boda y se une a la pandilla de su vieja amiga Monica. En "Doctor en Alaska", cuando el doctor llega a Alaska.


Para los aspirantes a guionistas televisivos, los episodios piloto suelen ser su principal herramienta de estudio. Son analizados y diseccionados, porque son ejemplares.


Aspirar a que la serie se apruebe lleva a una escrupulosa construcción de las tramas, los ambientes y los personajes.
A veces, hacen el esfuerzo y contratan a grandes directores para auspiciarlos, como ha sucedido con Martin Scorsese en "Boardwalk Empire".


Los episodios piloto han podido ser inequívocos de la grandeza que iba a venir a continuación.
El arranque de "Twin Peaks" dejaba claro que no se vería cosa igual en televisión.


Para "Battlestar Galactica", su inicio corresponde a una impecable miniserie de tres horas de duración.
Su siguiente emisión, con el tremendo "33", calibró las alturas en las que se movería tan magistral obra.


Sin embargo, una serie puede ser bonita por donde empieza y poco más.
En los últimos tiempos, que ofrezca un piloto notable y un consecuente montón de blablablá se está haciendo preocupante costumbre.


Dos series de la AMC son el ejemplo perfecto. "The Walking Dead" y "The Killing" ofrecieron pilotos excelentes, proseguidos por una lenta caída hacia el desastre.
En el caso de "The Walking Dead", la rigurosa acción de sus inicios ha derivado hacia una total inmovilidad, mientras "The Killing" demostraba los peligros de alargar en exceso una intriga whodunit.


La ABC se ha hecho experta en el buen piloto y la mala serie.
Fue el caso del remake de "V", con un primer episodio bien entretejido, que recibió un apoyo sustancial de la audiencia, para enseguida caer en lagunas de confusión, mediocridad y directo fracaso.


Uno de sus nuevos títulos es otro ejemplo.
"Once Upon A Time" ha presentado un piloto encantador, introduciendo una serie familiar sobre la relación entre el mundo real y la fantasía.
En el segundo episodio, irrumpe el puro aburrimiento, ante una clamorosa falta de ideas y la abundancia de intérpretes sin ningún carisma.


En estas ocasiones, es obvio que hay temáticas y premisas que funcionan mejor en miniseries o series de moderada duración.
Precisamente, los títulos de las televisiones generalistas son los más aquejados del mal; han de cumplir con temporadas de 24 capítulos, emitidos a lo largo de nueve meses.
La calidad debe ser suprema para que no se pierda la intensidad en todo ese tiempo.


Plantear una serie original, con un gimmick poderoso y que pueda repetirse sin temor a aburrir, es el dificilísimo desafío de sus creadores.


Un asunto cada vez más complicado, porque bien es cierto que ya está todo inventado y no nos conformamos con cualquier cosa.

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