Monday, November 14, 2011

¡Ese Lenguaje!


Por la boca, murió el pez. Y no hay pecera como Hollywood.
Durante las últimas semanas, toda la atención ha estado en Brett Ratner, protagonista de una nueva falta contra la corrección política de los medios.


Ratner es un director cinematográfico, cuyas máximas contribuciones artísticas se resumen en la saga de "Rush Hour" y "X-Men 3", entre otras garantías de la nadería.
Designado como productor y realizador de la próxima ceremonia de los Oscars, Brett Ratner se las prometía muy felices.


Eddie Murphy era su personal elección como maestro de ceremonias.
Al fin y al cabo, lo dirige en "Tower Heist" y ambos planean una cuarta parte de "Superdetective en Hollywood".


Los problemas para Ratner empezaron cuando acudió al programa de Howard Stern.
Con Stern, el tono suele ser relajado y la incorrección, muy abundante. En esta ocasión, campó a sus anchas.


Preguntado por su estilo de preparación con los actores, Brett Ratner afirmó que reaharsals are for fags ("Los ensayos son para maricones").
La palabra fag es una invocación directa a la homofobia y, últimamente, la antesala de despidos fulminantes.


No es lo único ofensivo de la entrevista.
Nos contó que se tiró a la actriz y modelo Olivia Munn, para añadir que ella navegaba resentida porque la olvidó.
Según palabras de Olivia, todo está en la imaginación de Ratner.


Asimismo, Brett Ratner relató que, antes de acostarse con una "muy, muy joven" Lindsay Lohan, la obligó a someterse a un test de enfermedades de transmisión sexual.


Brett ha dicho que usa preservativo en todas las ocasiones, porque su médico le ha dicho que sus espermatozoides son demasiado activos y podría embarazar a cualquiera sólo con respirar al lado.
Remató el asunto alegando que practica el mejor sexo oral del mundo y, además, tiene unos huevos muy grandes.


Un periodista ha escrito acertadamente que las declaraciones de Brett Ratner van mucho más en consonancia con el ambiente de una hermandad universitaria que con la bonomía all-American de los Oscars.


La Academia de Hollywood expresaba su disgusto de manera inmediata.
Se cuenta que vigilaban estrechamente a Ratner, conocido por fiestero y deslenguado, y también a Eddie Murphy, uno de tantos cómicos cuyos chistecitos homófobos ya no hacen gracia al público.


Brett Ratner se disculpaba de su diarrea verbal, pero era demasiado tarde. Pocos días después, expresaba su decisión de retirarse de la realización de los Oscars; es decir, le han dicho donde está la puerta.
Eddie Murphy también presentaba dimisión como conductor de la gala, siendo sustituido por el infalible Billy Crystal.


Curiosamente, la primera batalla que ganó la GLAAD - brazo mediático del lobby gay - sucedía contra un habitual presentador de los Oscars.
Se trataba de Bob Hope, que se había referido a un invitado como fag por llevar una corbata demasiado extravagante.
Hope tuvo que rectificar, como ahora lo deben hacer todos.


Recordemos el caso de Isaiah Washington que, en el rodaje de "Anatomía de Grey", usó la misma palabra para referirse a T. R. Knight.
No hubo más días para él.


Más suerte tuvo Tracy Morgan.
Un chiste homófobo fue solventado con una disculpa a tiempo. Morgan recibió el final apoyo de los productores de "30 Rock", que decidieron mantenerlo en la serie.


En estas cosas del palabrerío burro, no hay rey como Mel Gibson.
Sus comentarios para referirse a homosexuales, mujeres y comunidades semíticas han tenido finalmente su justa recompensa: la audiencia no quiere verlo más.


Ya es ley en los medios de comunicación. Quien se exceda con el lenguaje, será condenado al ostracismo.
Pero, como siempre, a todo le encuentran el punto.
De resultas, termina por existir una perversa relación entre la necesidad de corregir y el deseo de saltarse las reglas. Un reprimir y un soltarse, al mismo tiempo.


Sin ir más lejos, se llevaron las manos a la cabeza con las pullas de Ricky Gervais en los Globos de Oro, pero ya lo están tentando para que repita en la próxima ceremonia.
Decir lo que se piensa, a riesgo de ofensa, es ahora un pecado que estimula y vende como cualquier otro.


El caso de Brett Ratner me recuerda a "Entorauge", serie de la HBO en la que, de hecho, el director participó como estrella invitada.


En "Entourage", se retrata Hollywood bajo la mirada de un joven actor y sus amigotes, que se acuestan con todas, hacen comentarios machistas y morirían antes que parecer gays.


Recoge la auténtica verdad de la industria cinematográfica que se desarrolla en Los Ángeles, donde gobiernan los hombres, todo apesta a dinero y la vida cotidiana consiste en demostrar quién la tiene más grande.
Brett Ratner es uno entre tantos seres de Hollywood, que se valen de su posición para organizar fiestones, encamarse con las starlets y fanfarronear con los coleguitas al día siguiente.


Como escribí en cierta ocasión, la corrección política de los medios de comunicación es esa oportuna fachada de problemas aún no resueltos. Se taparán, pero siguen ahí.
El machismo y la homofobia no se solventan ni con disculpas ni con despidos ni con otras tretas del quedar bien.


Responden a conflictos culturales, que sólo se paliarían con educación y con el verdadero aprendizaje del daño que ciertas palabras y comentarios pueden causar a los demás.


Pero eso supondría confiar demasiado en el género humano y, sobre todo, en ciertos especímenes.
Así que mejor le damos un aplauso al machote y dejamos que se vaya.

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