Valor en alza en un mundo patas arriba, Ryan Gosling es el último niño mimado de Hollywood, que se exige estrellato a razón de mirada somnolienta y media sonrisa.
Entre su deslumbrante atractivo y su arrollador talento, Gosling nos tiende ahora una agenda artística más candente que cualquier otro chico de cine.
Nació para esto, decían sus descubridores hace unos años. Por entonces, ya era heartthrob gracias a "El Diario de Noah" y, sobre todo, chico espabilado de filmografías indies.
Hoy, Ryan es sencillamente mejor, en todos los sentidos.
Sin perder su identidad, sus últimos estrenos hablan de la creación de un actor absoluto, que hace reír o llorar, que se quita la camiseta o se coloca unas estrictas gafas, que quiere entretener y también desea pensar.
"Drive", "Crazy Stupid Love" y "The Ides of March" son los tres títulos consecutivos de su 2011, enlazados, netamente distintos entre ellos, todos para que nos llenemos los ojos de Gosling.
"Drive" lo convierte en héroe cool, todo desencanto, a bordo de una laconia que nos recuerda al Steve McQueen de "Bullitt".
Sutil e intuitivo, ofrece un impecable retrato de un hombre al límite, desvalido y solitario de solemnidad.
"Drive" es una película que sería mucho menos mesmérica sin su presencia. Su director, Nicolas Winding Refn, ya ha fichado a Ryan para sus inminentes proyectos.
Para los seguidores de pechos bien armados, "Crazy Stupid Love" ofrece a Ryan en todo su esplendor carnoso.
Sucede a golpe de comedia romántica, diseñada para encantar, donde Gosling es seductor por excelencia.
En dos comentadísimas secuencias, quita el hipo, ya sea ante Emma Stone o con la cabeza de Steve Carell estratégicamente situada.
Por último, Gosling es la pieza clave de "The Ides of March", la nueva película de George Clooney.
Ryan interpreta al cerebro de la campaña de un político demócrata.
Como es la clásica producción que quiere conquistar en Oscars y demás premios de postín, quizá sea la oportunidad para que Ryan reciba una nominación en 2012.
Como es la clásica producción que quiere conquistar en Oscars y demás premios de postín, quizá sea la oportunidad para que Ryan reciba una nominación en 2012.
Quizá la merece más por "Drive"; sin duda, la merecía el pasado año por "Blue Valentine".
Este sábado, Ryan Gosling cumple 31 años.
Tal vez , ya no se acuerde de "The Mickey Mouse Club", el programa donde nació para la causa cuando era un chavalín.
Quizá tampoco piense mucho en Rachel McAdams, su relación más larga, complicada y conocida, a quien dio el adiós definitivo hace dos años.
Por delante, quedan más películas y más momentos para enamorarse.
Entre las primeras, resplandece "Lawless", segundo de los tres títulos que el súbitamente prolífico Terrence Malick prepara para años venideros.
Importa el futuro, sí. Qué mejor que empezar a recorrerlo con semejante rubio, de ojos tristes y alma inasequible a todo desaliento.
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