Tuesday, September 20, 2011

Emmys Life


No podrán ganar todas las guerras ni solucionar las crisis. Se les habrá olvidado el modo de hacer buenas películas y, desde luego, nunca conseguirán elaborar una ceremonia de premios realmente divertida.
Pero, nene, estos yanquis saben hacer una serie de televisión.


Los Emmy, esa eterna cara B de la gloria hollywoodiense, donde gana Julianna y nunca va Angelina, se celebraron el pasado domingo.
Fueron reflejo de que el poder de la ficción televisiva crece cada día más, y el nivel de atención por sus protagonistas se hace internacional.


El domingo, Catodia se apresuraba a elogiar su más alto menú.
En categorías como Mejor Serie Dramática, se nos hacía imposible elegir; no había favoritas, sólo derroches de buen hacer televisivo.
Tal vez por ello, los Emmy decidieron votar lo que ya habían elegido antes. Es decir, "Modern Family" y "Mad Men".


Como ceremonia, la gala fue una más.
Jane Lynch comenzó entusiasta, musical, y vivió confiada en un libreto que nunca llegó a hacerle entera justicia.
¿Quizá nos gusta más como Sue Sylvester, malvada antes que radiante?


Las opiniones del día siguiente sobre la ceremonia han sido variadas, mientras los datos de audiencia expresan un severo descenso con respecto al año anterior.
En cualquier caso, la Lynch nos lega una frase para la posteridad. "La gente me pregunta porqué soy lesbiana. Señoras y señores, el reparto de "Entourage"."


Fueron las actrices de comedia las que más chispa desprendieron. Protagonizaron una idea que, por tontorrona, resultó digna de la única standing ovation de la noche.


A medida que se anunciaban sus nominaciones, las chicas se subían al escenario y esperaban el veredicto como si se tratara de un concurso de belleza.
El Emmy lo ganó Melissa McCarthy, pero el brillante, casi improvisado gag fue cosa de Amy Poehler.


"Modern Family" reinó en el apartado de comedia desde el primer momento. Se premió al matrimonio Dunphy; Julie Bowen y Ty Burrell.


Galardonado el capítulo "Caught In The Act", su creador confesó muy tranquilamente que estaba inspirado en un suceso personal: su mujer y él habían sido sorprendidos en la cama por sus hijos.
La revelación suscitó carcajadas y una inmortal cara de incredulidad en la esposa aludida.
Sin duda, se vivió como toda una extensión del espíritu cómico de "Modern Family".


En terrenos dramáticos, se prefirió repartir las golosinas ante la apabullante calidad de las optantes.
Dicen que no fue la noche de la HBO, pero la gran cadena puede vivir tranquila.
Se ha reconocido a costosas producciones como "Boardwalk Empire", "Game Of Thrones" o "Mildred Pierce". Ninguna gobernó el cotarro, pero todas rascaron Emmy.


La noche nos dijo cosas que ya sabíamos. Que Martin Scorsese es el mejor director y Kate Winslet, la mejor actriz.
Ésta pataleó, exclamó ¡bien!, abrazó como una bruta a sus compañeros de reparto y alzó el Emmy con emoción.
Un premio que estaba cantado desde el mismo día que se anunció el proyecto de "Mildred Pierce".


La fría inteligencia de "Mildred Pierce" no pudo, sin embargo, con la calidez novelesca de "Downton Abbey", ese faro británico, que triunfaba la misma noche del estreno de su segunda temporada.


Los Emmy bajaron el micrófono para que Peter Dinklage, imprescindible actor enano, pudiera agradecer la oportunidad de ser Tyrion Lannister.


Ashton Kutcher ayudaba a subir las escaleras a Margo Martindale, la matriarca devoradora de "Justified", serie de la que escribiremos pronto.


La gran y aplaudida sorpresa fue el galardón a Kyle Chandler como mejor actor dramático.
Quizá porque los hombres del mundo deberían ser más como el Entrenador Taylor, y menos como Don Draper o Nucky Thompson.
Quizá porque era la última oportunidad para valorar "Friday Night Lights".


Se premió también el guión de su episodio final, y muchos cruzaron los dedos para que ganase la más modesta, sincera y optimista de las cinco nominadas a mejor serie dramática.


Pero, como apuntaba el columnista Michael Ausiello, nothing beats "The Suitcase". Se refiere, por supuesto, al episodio clave de la cuarta temporada de "Mad Men".
Cuatro años, cuatro Emmys a la mejor serie drámatica. No hay otro secreto que ser demasiado buena.


Charlie Sheen deseó buena suerte a "Dos Hombres y Medio", serie de la que desertó y abominó.
El momento fue elocuente: Catodia tiene sus propios escándalos y sabe lavarlos en casa.
¿Quién duda de que la pequeña no sea grande?


La ceremonia del domingo fue sólo la portada de lo que está por venir: una temporada rebosante de estrenos, que también será testigo de alguna que otra despedida y vivirá salpicada de más de un deseadísimo regreso.


La viviremos como nosotros mejor sabemos. Bien pegados a la pantalla.

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